En la Costa Rica del siglo XXI acudimos básicamente a dos procesos. Uno, el de la
presión de grupos que hacen todo lo posible para insertarse en la lógica de
acumulación global de capital: Empresarios nacionales, tecnócratas,
transnacionales, todo ello en detrimento de la fuerza de trabajo, de los recursos
naturales, de las instituciones estatales; CC.SS., el ICE y demás
instituciones que durante años han sido exitosas otorgando un muy buen nivel de
vida a los pobladores. El otro proceso es el de rechazo a la corrupción de los
funcionarios públicos; y de los empresarios privados que contratan con el
Estado y a la impunidad de ambos.
Ambas visiones de mundo se venían
confrontando desde hacía ya rato. ‘El combo ICE’, como se le llamó a un
proyecto de ley en el año 2000, para privatizar la institución y entregar la
energía y las telecomunicaciones al gran capital transnacional fue una de las
intentonas recientes más fuertes de los grupos neoliberales. Tal proyecto
polarizó al país entre los meses de marzo y abril de ese año obligando
a la gente a tirarse masivamente a la calle para protestar. El proyecto
fue declarado inconstitucional por la Sala IV y posteriormente archivado. La
crispación social y las evidentes debilidades ayudaron a discernir al
presidente Rodríguez y sus tecnócratas de turno que lo mejor era enterrar la
idea.
Se disfrutó de un momento de relativa “paz
social y política” hasta que se puso en la agenda, en el siguiente gobierno, un
TLC o acuerdo comercial con los EE. UU. de Norteamérica. Un pacto comercial que
careció de control y responsabilidad política y ciudadana; y que profundizaba
el modelo de “desarrollo” neoliberal que se había puesto andar en el país
hacía más o menos dos décadas de a poquito. A la vez que fue negociado rápido y
mal. Abel Pacheco, el presidente de turno no quiso comprase la bronca y en su
gobierno desistió finalmente de darle el empujón necesario al
acuerdo comercial.
Fue finalmente, en el siguiente gobierno,
el de los ‘Arias’ que se dio el impulso necesario y decidido para mandar el
texto del TLC a la asamblea legislativa. De hecho, la mayor parte de la gestión
Arias Sánchez, sino toda, estuvo encaminada a la aprobación del TLC. El tema daría un giro inesperado cuando el Tribunal supremo de Elecciones da luz verde a una iniciativa CIUDADANA: Someter la aprobación/improbación del TLC a consulta popular vía referéndum.
La derrota del movimiento del NO en las
urnas se sintió como una brutal bofetada. Ciertamente la política es de
procesos, sin embargo el referéndum fue un hecho duro, un trago amargo para la
gente que dio su tiempo, energía su escaso dinero a una causa noble y
justa en la que se creía y todavía se cree. ¿Qué pasó? Los del movimiento del No no contamos/generamos los recursos
económicos necesarios. El movimiento del Sí estuvo más que bien financiado.
Antes y durante la campaña se calcula que el Sí pautó aproximadamente el 91.3%
de la publicidad en medios contra un restante 8.7% del No.
Por otra parte, el
comportamiento del tramposo es ‘trampear’, ¿¿Cierto?? Muchos pensamos
ingenuamente que los del Sí iban a ceder prestigio y
poder, que iban a respetar los tiempos de campaña, que no iban a coaccionar a
los trabajadores de las fábricas, que JAMÁS, PERO JAMÁS se iba a escribir un
documento delictivo desde las altas esferas del poder como lo fue el MEMORANDO
CASAS/SÁNCHEZ o memo del miedo. Se le exigió al T.S.E. tomar cartas en el
asunto y sancionar efectiva y fuertemente a los responsables según correspondiera. No fue así. Otros
actores importantísimos por su peso moral como la Conferencia Episcopal, con el
Obispo José Francisco Ulloa a la cabeza, fueron vulgarmente cooptados durante
el proceso(¿Está en discusión todavía si lo hicieron para complacer a alguien o
a algo?); renquearon o claudicaron ante el gran capital y el statu quo.
A cinco años, la inserción del país en la
lógica de acumulación global de capital sigue su marcha. A ese proceso se le
conoce también como ‘reforma del Estado’: disminuir o quitar “privilegios”,
subsidios en la educación, salud, telecomunicaciones, vivienda, convenciones
colectivas; por medio de la apertura de los monopolios públicos y la
competitividad vía la desregulación. El TLC con EE. UU. es sólo una
herramienta, pero muy importante y necesaria para este proceso.
Y por donde se le mire, en este breve
período, efectivamente, vamos viendo sus resultados: Una balanza comercial desigual, aumento
del desempleo, debilitamiento del ICE, impactos negativos para el acceso a la
educación(veto a la ley de fotocopiado) y demandas de inversionistas
extranjeros contra el Estado.
La decepción fue grande, más lo positivo fue mucho más grande: la espontaneidad del movimiento, decenas de comités patrióticos en todo el país trabajando sin paga alguna, la solidaridad, las ganas de justicia y de vivir en un país decente y no ser inquilinos en nuestra propia tierra; por eso da tanto coraje recordar ese proceso y el mismo referéndum. Nunca lo olvidaremos, es más, creceremos desde él.
La decepción fue grande, más lo positivo fue mucho más grande: la espontaneidad del movimiento, decenas de comités patrióticos en todo el país trabajando sin paga alguna, la solidaridad, las ganas de justicia y de vivir en un país decente y no ser inquilinos en nuestra propia tierra; por eso da tanto coraje recordar ese proceso y el mismo referéndum. Nunca lo olvidaremos, es más, creceremos desde él.
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Paseo Colón. Manifestación del No al TLC. 30/9/07 |